Doña Violeta nunca ha dejado de trabajar. Ha hecho de todo con el fin de mantener a su familia con comida y salud. Desde ser vendedora de costillas de cerdo, salpicón, indio viejo, cacao; cocinera en restaurantes, cuida carros, empleada doméstica, y más.
Actualmente tiene una zapatería que lleva su nombre dentro de La Carpio, específicamente diagonal la Escuela Finca La Caja Anexo #2. En el que vende zapatos hechos por su esposo, y de algunas marcas distribuidoras.
Es conocida por muchas razones, de ser de la primeras personas en llegar a vivir, por su activa participación con la iglesia, construcción de muchas obras y programas en la comunidad, y de pelear por sus derechos y el de sus vecinos.
Ella llegó a Carpio el 14 de marzo 1993. “Lo tengo tan presente porque fue cuando ganó Figueres. Me encontré una de esas banderas gigantísimas, les di vuelta y esas fueron las paredes de mi casa”, compartió la señora.
Un árbol inmenso diferenciaba su lote de la maleza y los sembradíos de caña que en ese entonces abundaban en Carpio. Poco a poco llegaban más personas a construir sus hogares y negocios. De acuerdo a doña Violeta, ya es en el 1998 cuando empiezan a verse más “ranchitas” en las fincas.
De ella nos enteramos por una publicación hecha por la Revista Su Casa en el 2013, en el que compartió la historia de una noche de Navidad que muchas personas e incluso sus hijos desconocen.
Son más de 23 años de vivir, que para ella La Carpio está en una etapa de desarrollo, muy bárbara, y que el cambio está liderado por los jóvenes.
“Carpio es un lugar de que, el que viene se enamora por su gente. Nosotros somos cariñosos, amistosos, trabajadores.”
“Aquí hay mucha juventud. Aquí hay un potencial que hay explotarlo” expresó esta luchadora.