El pasado sábado 2 de setiembre nos fuimos a La Carpio para ser parte de la segunda edición del Festival Somos Carpio.
El día amaneció soleado como esos de verano, llegamos a las 7:30 am y en la última parada de La Carpio nos encontramos a un grupo de payasos bailando al ritmo de la cimarrona.
Nos topamos a “Estrella” y “Colorinuta”, dos payasas quienes andaban haciendo la invitación a toda la comunidad para que formaran parte de los pasacalles que se iban presentar en los próximos minutos.
Junto a ellas se encontraba Eder Alvarado, quién era de uno de los organizadores, nos comentó que venían por parte de La Universidad de Costa Rica (UCR), y que son estudiantes de artes dramáticas y malabares.
Pasaron unos cuantos minutos para escuchar a lo largo más bulla y ver más colores en calle, venían los payasos de la Gesundheit Institute, quienes viajan por diferentes parte del mundo compartiendo los juegos y metodologías de la “risoterapia”.
En esta ocasión se vinieron para La Carpio por noveno año consecutivo a formar parte del festival. Abrazar a muchas personas, dar cosquillas cariñosas, y repartir muchos caramelos para los niños y grandes.
Algunos de estos payasos nos contaban que provenían de Argentina, Brasil y China.
Una vez se unieron los payasos, ya habían más personas alrededor y eso significaba que ahora sí podía dar inicio el recorrido, nos unimos y empezamos a caminar.
El sol cada vez era más fuerte, pero empezamos a ver como los vecinos se asomaban por sus ventanas y puertas, eso hacía que todo valiera la pena.
Nos topamos a Don Marvin y le preguntamos qué opinaba del pasacalles. “Es muy bueno en mi caso porque nos distraemos, nos saca un poco del estrés y por los chiquillos que es muy bueno”.
Continuamos el recorrido por las angostas calles de La Carpio, en donde ni los conductores de los carros perdieron oportunidad para “pitar” y unirse a la celebración desde sus automóviles.
Recorriendo cada tramo, los payasos se acercaban a las puertas en donde veían que habían niños con la intención de sacarles una sonrisa y aprovechar para regalarles un globo o una “curita” especial por la ocasión.
No solo los niños recibían globos, los grandes también recibían “sticker” que los payasos le colocaban en la frente como símbolo de que ya formaban parte de esta gran fiesta.
Saludos y risas, en muchas ocasiones con pena, iban y venían en todo momento, nos dábamos cuenta que el objetivo del festival se estaba cumpliendo.
Angelina, fue una de las pocas niñas que se acercó sin miedo y con el afán de conseguir un globo, nos contó que “los payasos son bonitos”.
Seguíamos caminando, la música jugó un papel muy importante. Fueron quienes le daban vida a la fiesta que se estaba viviendo, junto a los payasos formaban el complemento perfecto.
Nos topamos al niño Josué, quien nos contó que le gusta la música, y nosotros no lo dudamos porque su admiración está vez era por los tambores, su miraba lo delataba.
Hicimos una parada a la entrada del Mercadito de la Cuarta Parada. Nos topamos a las “Abuelas de La Carpio”, justo en el mural que apenas hacía un día los voluntarios Vanesa, Iker, David, Darling y Fani habían pintado con mucho amor y esperanza.
El mensaje de las “abuelas” fue muy claro y sincero, luego de unos cuantos minutos de agradecimiento a todos los que estaban haciendo posible el hermoso pasacalle nos caló la siguiente frase: “Agradecemos a todos los artistas que nos han honrado con su presencia, les damos un caluroso aplauso”.
Seguido del mensaje los protagonistas fueron los aplausos, risas y porras de “¡Arriba Carpio!”
Luego de unos minutos en esta parada continuamos nuestro recorrido, ya faltaba poco para llegar al final, el sol estaba en su mejor momento.
Para el cierre se tenía ya preparado una gran final en la cual se presentarían bandas de rock, folclor, obras de danza, entre otros en el anfiteatro del parque. ¡Puro talento orgulloso de La Carpio!