Sensaciones dentro del Rubén Darío

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Concierto SIFAIS

Unos tubos de PVC, cilindros de gas vacíos, flautas de plástico, guitarras que una vez fueron un regalo de Navidad, atriles amarrados con cinta y la batería empolvada que abandonó una banda de garaje ,  fueron el equipaje perfecto que acompañó este viaje.

Cuarenta jóvenes de La Carpio emprendían un viaje a Nicaragua, muchos volverían a su tierra, a su familia, para brillar en el Teatro Rubén Darío y gritar “¡Aquí estoy…Lo logré!

La ansiedad una noche antes no les permitía dormir, un cello sonaba a media noche, las altas notas de violines y flautas nos despertaron a las cinco de la mañana y una hora después rugían los tambores.

Un desayuno a la velocidad de la luz y un eterno viaje hacia el Rubén Darío de tan solo quince minutos nos acercaba cada vez más a cumplir un sueño.

Nos recibió un teatro lleno de periodistas vecinos, inquietos y curiosos de conocer más sobre los cuarenta jóvenes que habían logrado cruzar la frontera para demostrarle a sus raíces lo que era capaz de lograr una dosis de constancia, locura, imaginación y un amigo voluntario. 

Horas después los pasillos y camerinos estaban llenos de ansiedad, emoción y alegría. En las miradas de los voluntarios relucía un brillo de orgullo y amor por sus estudiantes, en su respiración habían nervios y adrenalina. 

Los corazones del equipo jamás habían estado tan llenos de satisfacción y honor. Las sonrisas y las manos temblorosas de los estudiantes nunca antes nos habían dado tantas razones para esforzarnos, servir y confiar.

Las luces se apagan, el público espera ansiosamente y en el silencio solo se escucha la confianza triunfar ante las adversidades y la maldad.

En ese momento podía sentir la confianza de Alicia en Maris Stella cuando la invitó a la Cueva del Sapo para hacer una orquesta sinfónica, sentía la confianza de Maris Stella hacia los voluntarios cuando les pidió enseñar lo que sabían y la confianza que tuvo en Dios para crear SIFAIS.

Sentí la confianza de las empresas y aliados en levantar Cuevadeluz y de los muchos amigos que han apoyado nuestras locuras con cordura. 

 Podía sentir la confianza que los voluntarios depositaban en los estudiantes y viceversa, confianza de toda una comunidad, víctima de la marginalidad, en las palabras “Si pueden” y confianza de los voluntarios al repetirse una y otra vez “Yo también puedo”. La confianza de todos los integrantes de la Orquesta y Camerata en sus compañeros para sonar a la perfección.

 Y en lo personal, podría sentir la confianza que tuve en Maris Stella cuando me dijo “Vos podés encargarte, dale viaje” , si ella creía en mi, yo tenía que creer en mi misma.

Todos estábamos ahí porque habían creido en nosotros, no era tan importante si creíamos o no en nosotros mismos, porque quien nos había sentado en el Teatro Nacional Rubén Darío un 19 de Mayo del 2017 definitivamente había sido un ser querido que confió en nosotros, y se lo debíamos, le debíamos hacer el mejor trabajo de nuestras vidas.

No queda duda que así fue, el Teatro Rubén Darío brilló como nunca, los aplausos eran incontenibles durante las canciones y el mensaje que llevamos a Nicaragua sonó claro y fuerte “La pobreza solo existe en los corazones y el mundo será siempre mejor si pensamos en un bien colectivo y confiamos en los demás”.